sábado, 22 de agosto de 2009

“Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas”


El Chile anterior al año 1536, se desarrollaba en plena armonía. Los indígenas a lo largo de todo el país subsistían sin ambiciones, desarrollaban su cultura, vivían de la tierra, la cual es uno de sus mayores tesoros, cultivaban su lenguaje, en fin, iban desarrollando su identidad. Sin embargo, todo lo anterior se vio entorpecido bruscamente con la irrupción de Diego de Almagro y las posteriores empresas de los diversos conquistadores, que venían en búsqueda de oro, riquezas, títulos, fama y gloria. De ahora en adelante el indio verá amenazada su libertad.

La conquista española se desarrolló desde el valle Copiapó hasta el río Itata, donde todos los indígenas que se asentaban en el margen antes mencionado fueron sometidos por los ibéricos. Empero hubo un pueblo que se reveló ante tal hecho y se rehusó a ser conquistado, es aquí donde nace la figura del Mapuche.

Al nacer la republica chilena en el siglo XIX, daba para pensar que la dominación a los pueblos originarios tendría un vuelco, y por tanto la sociedad naciente junto con los anteriores, podrían tener una convivencia normal. Lamentablemente esto no será así, pues avanzada la institucionalización de nuestro querido Chile, irá dando pie para la futura homogenización y el olvido de nuestros ancestros. Los aborígenes se convirtieron rápidamente en mano de obra para la elite de aquella época. A medida que pasaban los años era común ver a los indios siendo explotados laboralmente, sin leyes que realmente los beneficiara y amparara. Es así como la figura del indígena se va convirtiendo para la sociedad civil en algo sin importancia, donde la imagen del blanco se va volviendo cada vez más relevante.

Fueron muchos los años que tuvieron que pasar para que la existencia y los derechos del indígena fuesen protegidos por una legislación a nivel internacional, que de una u otra forma muchas veces no es respetada como ésta lo estipula (véase artículo 38 de la presente declaración). Lo anterior hace referencia a la Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas” donde se busca velar por la dignidad, los derechos, la diversidad, el respeto y la multiculturalidad de los pueblos originarios en los diversos Estados en los cuales tengan espacio. De igual modo es necesario plantear que ante los pocos años que lleva vigente esta declaración hubiese sido fundamental la participación de personas que velaran de una forma, ojala apoyada por el Estado, todos los valores y situaciones legitimas, las cuales son abordadas por esta ley, para que así al momento en que la labor del trabajador social se hiciera presente, no fuese tan fácil el que el fisco dejará de lado y perjudicara a los indígenas.

Para comenzar, si nos centramos en la vida del mapuche, que es quizás el que más notoriedad ha tenido y lucha ha dado a lo largo de estos años, ya sea porque quiere ser reconocido como pueblo, por la recuperación de sus tierras, la liberación de los presos políticos mapuches, etcétera. Es la representación clara del incumplimiento o mal enfoque de la declaración que los protege. Para ver de qué manera se da esto, es necesario revisar la historia de esta étnia.

En el siglo XIX la finalización de la guerra de Arauco fue a través de los parlamentos, por cierto la primera muestra del futuro Chile republicano, en los cuales se resolvía el conflicto en base a consensos entre los mapuches y el Estado. Hasta aquí la relación entre ambos era armónica.

En los años 1855 y 1856 una crisis económica llevó a que el acuerdo logrado en los parlamentos diera un giro importante. Ante los problemas monetarios, la elite buscaba algún tipo de solución, es así cuando se piensa en la Araucanía, terreno perfecto para producir más. Tras esto, el Estado se olvida de los pactos anteriores e invade las tierras con su ejército sin el consentimiento de los indígenas.[1] Es aquí donde se infringe uno de los artículos de la DDPI (“Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas”), pues esta plantea que los Estados establecerán mecanismos eficaces para la prevención y el compensación de: “Todo acto que tenga por objeto o consecuencia enajenarles sus tierras, territorios o recursos (a los indígenas)…”[2], aunque es preciso dejar en claro que tal declaración fue proclamada en el año 2007, por lo que quizá no se justifica el mal trato a los indios, pero si es una llamada de alerta en cuanto al tiempo que se tardó para la promulgación de una normativa de esta naturaleza, y de lo que se hubiese evitado con la existencia de esta. Pues en un país republicano y democrático como el nuestro, la existencia de leyes que regulen la sociedad para el buen funcionamiento de ésta es fundamental, siempre y cuando vayan en beneficio de las personas y no sean un mecanismo para perjudicarlas. Sobre todo si consideramos la diversidad que compone a este país, razón por la cual es perentorio que dos pueblos que residen en un mismo lugar puedan convivir de la mejor manera posible. Es por esto que el conflicto mapuche se ha mantenido hasta nuestros días, por la incapacidad de la sociedad civil y del Estado para que sea respetado la idiosincrasia y el valor que tiene para este pueblo la ocupación de sus tierras. Es aquí donde la ética profesional del trabajador social debe acentuarse y tener participación, pensando en la capacidad que tienen los mapuches para poder decidir en cuanto a lo que quieren hacer con sus tierras. Es complejo no referirse y preguntarse ¿Por qué el dinero debe estar sobre las personas? ¿Por qué una crisis debe perjudicar a quienes no la provocaron? ¿Dónde queda la “hermandad” que debe existir en un pueblo como el chileno? Es curioso ver en el mes de septiembre como a los niños en el colegio se les enseña el significado de los tres colores que componen nuestra bandera, los cuales están presentes en una canción, lo que llama la atención es cuando se refieren al rojo como la sangre del araucano ¿Qué cosas no? Solo se acuerdan de la existencia de los mapuches en septiembre, solo considerando su sangre y olvidándose de sus necesidades y lo que es peor, de lo que significan en el antes de la conformación de Chile. Entonces, ¿Por qué no devolverles sus tierras? ¿Por qué quitarles la dignidad? Dignidad que por cierto, nosotros luchamos día a día para mantenerla, ya que al igual que en el caso de los mapuches, el dinero se hace presente para arrebatárnosla, hecho reflejado por ejemplo en la corrupción, no solo de los políticos, sino la que alguna vez en la vida debe enfrentar el chileno promedio y a la que nos veremos enfrentados cuando ejerzamos la profesión, es en ese momento cuando deberemos demostrar de manera real y concreta nuestras convicciones e intenciones en cuanto a lo queremos como trabajadores sociales, y si elegimos el camino de la vocación, quizá el más difícil, la idea es ser agentes de cambio, para que en lo posible podamos evitar la injusticia que se da en estos casos.

Ante la ocupación de las tierras el pueblo araucano peleó porque estas no fuesen arrebatadas, pese a ello esto igual se concretó, pues se afirma que Nemuleo uno de los líderes, vende las tierras al Estado por una buena cantidad, creyendo de igual manera que tendrían el control sobre el lugar.[3]. Tal situación lleva a pensar que Nemuleo pecó de ingenuo. Para cualquiera de nosotros esta transacción es obvia, ante un contrato de venta por cualquier comercialización de propiedad o terreno es evidente que ante la compra, los derechos sobre ésta se pierden. Sin embargo es posible deducir o da para pensar que el Estado se pasó de listo, ya que se aprovechó de la buena fe de los mapuches o el poco conocimiento de los mismos, y con esto logró lo que tanto anhelaba, el adquirir para sí estos terrenos. En base a esto, uno de los artículos nos dice que “Los Estados establecerán y aplicarán, conjuntamente con los pueblos indígenas interesados, un proceso equitativo, independiente, imparcial, abierto y transparente, en el que se reconozcan debidamente (…)sistemas de tenencia de la tierra de los pueblos indígenas, para reconocer y adjudicar los derechos de los pueblos indígenas en relación con sus tierras, territorios y recursos(…) Los pueblos indígenas tendrán derecho a participar en este proceso[4]. Si revisamos esto detenidamente podremos notar que se habla de que el Estado e indígenas trabajan conjuntamente para resolver el asunto de las tierras, hasta ahí podríamos creer que todo va bien, de acuerdo a la ley. Empero un pequeño pero fundamental detalle empaña todo, porque la transparencia debe ser un ingrediente necesario en este arreglo, el cual no está y es aquí donde encontramos la falta por parte del comprador.

Viendo esto desde una perspectiva más humana, la falta a la ética es notoria, empezando por la diferencia de conocimiento que es aprovechada por el fisco, esto se traduce en vacío de información de una de las partes. Cuando se da una asimetría en la información lo más probable es que uno de los dos salga perjudicado. El Estado como la institución que lidera el país, se supone que debe tomar las mejores decisiones para que la sociedad en su conjunto se desenvuelva de manera óptima, a pesar de los diversos obstáculos que le ponen la economía, las naciones vecinas, la educación, etcétera. Esto implica que al tomar a la sociedad como un todo, de manera involuntaria lo mismo se hace con las partes, con los individuos, ya sea como seres individuales, grupos o comunidades, esta institución es el mayor encargado de velar por el bienestar de las personas y no por sus intereses. El que la administración imperante en ese momento se haya adjudicado el terreno como propiedad fiscal, inmediatamente genera rechazo. El punto pasa por el fondo, pero la forma, la manera en que se consiguen las cosas es aun peor. Reflexionando sobre lo anterior, el pueblo mapuche forma parte de nosotros, son nuestros ancestros, estaban antes del nacimiento de Chile como republica, es por esto que resulta reprochable lo que se hizo con ellos, considerando que las tierras para los indios es quizás una de las pocas formas materiales de subsistencia, por no decir la única. Si apelamos a la época en que se desarrolló este suceso se puede tratar de entender en base a que circunstancias se dio este hecho. Primero por el triunfo ante los realistas lo que trajo consigo la independencia, este hito pudo ser un factor fundamental en el posible cambio de mentalidad de la sociedad de la época, pues se olvidaron del sometimiento que sufrieron por parte de los españoles y a raíz de esto pareciera que se creyeron superiores, ya que de inmediato trataron de imponer una hegemonía frente a los demás, esto no solo se da con los indios, sino que también con la gente que tiene menos recursos, la más necesitada a la que consideraban inferior por falta de poder, que en ese entonces era representado por la tenencia de tierras. No es ninguna novedad que el dinero o una propiedad genere cierto status, pero el querer discriminar, dominar o esclavizar a otro por la falta de este, es una hecho que cuesta tolerar. Ya en este tiempo se hace visible los problemas que se generan en cuanto a la redistribución del ingreso, lo cual no debería generar ninguna extrañeza en cuanto a la situación actual que vive Chile, sin embargo, para el trabajador social esto es uno de los principales puntos a considerar. Resulta incomprensible que el 20 % de la población concentre el 80 % de riquezas y que el 80 % de la población concentre el 20 % del ingreso. ¿En qué momento nuestro país perdió el horizonte? ¿Cuándo dejamos de creer en las personas y comenzamos a creer en el poder del dinero? ¿No será mejor que el hombre vuelva a su condición de salvaje? Pues solo en ese estado es factible encontrar al verdadero ser humano, aquel que cree en sí mismo y en los demás, el que si bien necesita de un líder, ese líder se preocupa del bienestar del otro y no se olvida de su existencia, la situación en la que vive, no se preocupa de acumular dinero para satisfacer imagen de gente importante con bienes suntuosos. En fin, el ser humano pasa a ser lo más importante independiente que la casa en la que moran no sea la mejor, la convivencia, el apoyo y el bien común forman parte de su lenguaje universal.

La violencia siempre ha sido participe en este conflicto, desde la expropiación de las tierras por parte del fisco, lo que siguió tras este suceso, hasta el día de hoy. Uno de los eventos donde queda expresada esta forma de acción, es el que se dio en la comuna de Lumaco la cual fue atacada, pero no fue posible encontrar responsables, ante esto los soldados toman presos a 11 mapuches al azar para luego matarlos. Un día inesperado uno de los soldados entra a una de las dos celdas disponibles y comienza a hostigar a los mapuches, a lo que uno en respuesta le pega con un palo. El sumario de este acontecimiento contiene el relato de José Erasmo (soldado) el que dice lo siguiente: “Yo no sé a titulo de qué, mi capitán Concha ordenó hacer fuego, porque cuando entramos a la celda, porque los 5 primeros mapuches estaban hincados pidiendo perdón, en esa actitud le disparamos, muriendo dos en el acto y quedando 3 heridos, a lo que mi teniente Rosselot se envainó su espada y los ultimó”[5]. Lo anterior puede reflejar mucho, comenzando con la violencia natural del ser humano, ya sea por la condición salvaje del mismo o si lo miramos psicológicamente, por el descontrol del ello, y por ende la incapacidad del superyó para normarlo y la disminución del yo. En cualquiera de las dos razones, lo que se requiere es control, dando así funcionalidad a la existencia de las reglas, normas y leyes, sin quitar mérito a la creación del Estado. Dejando en claro que tal reglamentación de las conductas humanas no implica el tener que vigilarlo todo, apelo solo a la convivencia armoniosa entre sujetos, es en este punto donde el respeto a la diversidad juega un rol esencial, pues es la poca tolerancia a la diferencia lo que conduce al rechazo de unos sobre otros, tendiendo a la supuesta superioridad que existe entre unos pocos sobre la mayoría de la población. Ahora bien, el poder en mucho de los casos genera violencia, es inevitable no recordar la película “El experimento”, que está basada en un hecho real del cual fue protagonista la Universidad de Stanford en 1971, donde un estudio psicológico pretendía demostrar que ante el acceso a un cargo de superioridad, esto llevaba a que los individuos tuvieran conductas negativas frente a otros. Es así como los nombrados policías usaban las facultades que les daba su posición para malograr a los reclusos, los cuales eran la otra parte de esta experiencia. Al final la situación se volvió tan incontrolable, que solo duró seis días, ya que los policías se volvieron sádicos y los prisioneros se deprimieron. Llevando esto a la realidad, puede que no sea tan drástico, aunque el abuso de poder se da en diversos ámbitos. Un ejemplo claro son las innumerables marchas que se dan en Santiago, unas más concurridas que otras, es cierto que muchas veces se requiere la intervención policial por los desmanes que provocan grupos determinados, aun así en otras circunstancias donde la actividad se realiza de manera tranquila no es necesaria tal intervención y de igual forma los golpes por parte del cuerpo de carabineros se hacen presente, siendo muchas veces excesiva la golpiza. Nada justifica esta situación sabiendo la condición violenta del hombre, por eso causa inquietud el suceso de los mapuches.

En sí nos basamos en la igualdad del hombre, en cuanto a condiciones jurídicas, sociales, de derechos, políticas, etcétera, pero no somos capaces de luchar por esa igualdad. Las diferencias aparecen con mayor facilidad y naturalidad. La sociedad se preocupa por las discordancias y no nos centramos en lo que nos une, por eso surge la discriminación a los extranjeros, las personas con discapacidad o quienes tienen menos recursos, por ese afán de superioridad y perfección. Sabiendo que la perfección jamás será lograda, porque el hombre tiene y tendrá imperfecciones. ¿Por qué no valorar la diversidad que hay en nuestro país? ¿Cuál es la diferencia entre la variedad de paisajes en Chile y la de personas? ¿Por qué uno es valorado y el otro no? La discriminación es uno de los grandes temas actuales, no porque sea nuevo, más bien porque siempre ha existido. La tarea está en fomentar el respeto, el educar a la gente para que comprenda que el relacionarse con personas que son muy distintas no implica estar expuesto a riesgos, es solo que nos desarrollamos en contextos sociales opuestos, ya sea por el lugar donde vivimos, nuestra familia, la educación que recibimos, la labor que desempeñamos, etcétera. Precisamente esto es lo que hace grande a un país, su diferencia cultural, las diversas formas de ver la vida, los sueños, anhelos, esperanzas e ilusiones, que son muy distintas unas de otras, pero que al contemplarlas podemos notar la multiculturalidad y la grandeza de cada persona que conforma lo que hoy conocemos como Chile.

Basándonos en los derechos que debe tener cada persona, es interesante referirnos a un par de leyes o modificaciones que de una u otra forma cambiaron la existencia del pueblo mapuche.

La primera, es la que fue impulsada por Eduardo Frei Montalva y que continuo Salvador Allende. La que hace referencia a la creación de nuevas condiciones políticas en la reivindicación mapuche, es de este modo que se promulga la “Ley indígena” en el año 1972, la cual recoge las demandas de recuperación de tierras deteniendo la posterior división y cesión de tierras indígenas. Durante este período las comunidades mapuches recuperaron un total de 68.381 hectáreas, habiendo más de cuarenta organizaciones representando al pueblo mapuche.[6] A raíz de esto surge la interrogante ¿Por qué en este periodo se logró la promulgación de esta normativa y ahora es difícil llevar a cabo una que apunte a lo mismo? Puede que falte voluntad. Si se analiza desde el punto de vista de los presidentes que impulsaron esta ordenanza, esta claro que no pasa por una ideología determinada, pues en ese periodo son muy opuestos uno del otro, lo que se puede deducir, sobre todo en la administración de Allende, que ante las políticas de expropiación que llevó a la práctica, podía ser menos dificultoso el que esta ley fuera desarrollada. Por otra parte Frei Montalva fue gestor de todo esto, por lo que en este caso es probable que se haya dejado de lado el interés por concentrar terreno para fines comerciales y se privilegió el derecho que tienen los indios a desarrollarse en sus tierras, hecho que estaría avalado por uno de los artículos de la DDPI, el cual plantea que “los pueblos indígenas tienen derecho a mantener y desarrollar sus sistemas o instituciones políticas, económicas y sociales, a que se les asegure el disfrute de sus propios medios de subsistencia y desarrollo y a dedicarse libremente a todas sus actividades económicas tradicionales y de otro tipo”[7]. En base a esto queda de manifiesto que la mejor forma que tiene cada persona, pueblo o país es el decidir por si mismo lo que quiere hacer, resulta extraño el creer que otra persona vaya a decidir por nosotros mismos, pues nadie sabe de nuestras necesidades, forma de actuar, pensar o sentir, cada quien funciona de una manera completamente diferente, independiente que tengamos ciertas similitudes, esto jamás se traducirán en que dos personas funcionen de la misma manera. Es por esto que la capacidad y libertad de decisión se hace tan necesaria. No podemos esperar que otros elijan lo que nos conviene, es ahí donde la intervención que hace el trabajador social en algunos casos consigue que se vulnere uno de los puntos del código de ética profesional, esto porque se esta dejando de lado la opinión de los beneficiarios con respecto a lo que esperan para su vida y solo es tomado en cuenta el punto de vista del profesional, como si la mirada de éste tuviese concordancia con los problemas que en verdad deben enfrentar los usuarios. Es por tal razón que en este mundo tan globalizado la praxis de hacerse presente y los trabajadores sociales hacernos cargo de que vuelva a tener protagonismo. Si ligamos esto al caso indígena, no cabe duda que con ellos se ha intervenido constantemente, a ratos pareciera que se les toma en cuenta y que existe un acuerdo entre ambas partes para la solución de su situación, empero pasa un segundo y ese espejismo desaparece, es así como la esperanza de los mapuches por volver a ser dueños de su vida, se ve cada vez más lejana.

En el año 1973 la Dictadura Militar devuelve, salvo pocas excepciones, todas las tierras a sus anteriores dueños, desalojando a los indígenas y desarticulando sus organizaciones. En 1979 se decretó una reforma de la Ley Indígena, implementando la división de las tierras comunitarias y la entrega de títulos individuales de propiedad privada. Los Obispos del sur (Concepción, Los Ángeles, Temuco, Araucanía, Valdivia y Osorno) reaccionan mediante una Carta Pastoral (mayo de 1979). Al referirse al Decreto Ley 2568, modificatorio de la Ley 17.729 de Indígenas, advierten que "no se tuvo en cuenta el derecho del pueblo mapuche a participar en la elaboración de un cuerpo legal trascendental para su futuro. La solución planteada es parcial; se limita a la tenencia de la tierra”[8]. Lo que plantea la Iglesia en esta carta es completamente cierto, no solo por lo injusto que es, sino que también viola uno de los artículos de la Declaración de los Pueblos Indígenas, el cual afirma que “los pueblos indígenas no serán desplazados por la fuerza de sus tierras o territorios. No se procederá a ningún traslado sin el consentimiento libre, previo e informado de los pueblos indígenas interesados, ni sin un acuerdo previo sobre una indemnización justa y equitativa y, siempre que sea posible, la opción del regreso”[9]. Aquí queda evidenciado que nada de lo que estipula este articulo se cumple. En primera instancia, se les quita las tierras a los mapuches, las mismas que el Estado les había conferido. Es de esta forma que pasan a manos de privados, privados que probablemente harán uso de ellas para fines personales, prefiriendo beneficiarse con el medio de subsistencia que les corresponde a otros. ¿Dónde quedan los derechos de los indígenas? ¿Cuál es el fin de promulgar leyes, si al cambiar la administración que gobierna pasarán a ser nada? Y así se espera que los mapuches prefieran ser chilenos, si son estos mismos los que les quitan quizá lo más valioso que poseen, su tierra. En un principio los españoles jugaban con las necesidades y la vida de los indios, ahora varios años después son los chilenos quienes generan sufrimiento e incertidumbre en la existencia de los mapuches ¿Acaso el lamento del indio jamás cesara? Se hace necesaria una ley efectiva que en realidad vele por los derechos de los aborígenes, no sirve de nada tener artículos que plantean una serie de maravillas, las cuales nunca serán respetadas. Es posible que en primer lugar esto se deba a la poca valoración que tiene para la sociedad la presencia de los indígenas, desde antes de la conquista se les veía como meros objetos, personas de segunda categoría, que solo tenían utilidad para trabajar y en el caso de las mujeres para satisfacer los deseos sexuales de los ibéricos. En la actualidad simplemente se les considera como revoltosos o terroristas, son muy pocas las personas que comprenden y lo que es más importante, tienen conocimiento de la causa mapuche. La vía de la educación es la que debemos seguir a la hora de generar más cercanía entre la sociedad civil y el pueblo indígena, pues conociendo las realidades de los demás podremos entender su situación y el por qué de su actuar, a lo mejor esto es lo que falta, el ser conocedores de la existencia del otro, y no solo preocuparnos por mirar nuestro ombligo. La casa del frente puede que tenga una mejor fachada, pero si no nos interesamos por ella, jamás podremos saber si esa su verdadera realidad.

En pleno siglo XXI la situación de los mapuches no ha variado mucho, continúa la lucha por la recuperación de sus tierras y la postura de los diversos gobiernos chilenos tampoco ha sido muy distinta. Es por esto que el conflicto no da luces para una pronta resolución.

Las manifestaciones de los araucanos se han tornado un tanto violentas. Los atentados incendiarios son más habituales cada día y las recriminaciones de los “propietarios” también. Ante tales sucesos el Estado ha determinado el aumento de la presencia policial y endurecido las penas a los manifestantes, es así como se ha llegado a judicializar y criminalizar el conflicto, esto debido a la utilización de la ley antiterrorista, la cual fuera uno de los legados de la dictadura. El castigo de ésta alcanza los 10 años de presidio, tiempo que los presos mapuches deben cumplir, en cambio la pena por ataques incendiarios tiene como máximo 2 años de cárcel, lo que claramente refleja que no se está castigando por el hecho en sí, sino por la persona que lleva a cabo la acción. Viendo detenidamente esta situación podemos señalar que esta forma de operar es posterior a la promulgación de la declaración que ha sido mencionada en variadas ocasiones, por lo que esta vez efectivamente se han estado violando no uno sino dos artículos, pues anteriormente solo se podía relacionar de manera ficticia, ya que los sucesos se desarrollaron antes de la proclamación de la DDPI. El primero está directamente ligado con el como se está actuando en la penalización del conflicto, el cual afirma que “los Estados (…) van a asegurar que los pueblos indígenas puedan entender y hacerse entender en las actuaciones políticas, jurídicas y administrativas, proporcionando para ello, cuando sea necesario, servicios de interpretación u otros medios adecuados”[10]. Por lo que se ve, esto no se ha cumplido en lo absoluto, más bien se ha hecho lo contrario, razón por la cual también se vulnera el artículo 38, el que se refiere a que todas las instancias de Naciones Unidas, “incluso a nivel local”, “promoverán el respeto y la plena aplicación de las disposiciones de la presente Declaración”. ¿Dónde queda el respeto a las normas y los derechos? Después como se le puede cuestionar a los ciudadanos que no se respetan las normas si el propio Estado no es capaz de llevarlas a efecto, es en este punto donde se pierde la consecuencia entre lo que se dice y lo que se hace. Esa es precisamente una de las características que tiene que tener el trabajador social, ser un agente de cambio que tenga coherencia entre lo que afirma y el como actúa, porque no tiene ninguna validez el que seamos promotores de cambios ya sea a pequeña o gran escala, si al momento de reflexionar con respecto al como nos comportamos es posible notar una inconsecuencia importante. En si la carrera de trabajo social es una disciplina que tiene cualidades de cambio y participación social, por lo que el ser de una sola línea en la vida, te hace una persona más valiosa y comprometida para así ser un real aporte sobre todo para quienes más lo necesitan, porque si se da este manejo jurídico con los mapuches, lo mismo puede pasar con quienes no tienen recursos para contratar un abogado o alguien que los represente, aprovechándose tanto de la falta de recursos como de los pocos conocimientos adquiridos por estas personas.

Ante las diversas infracciones en los diversos artículos de la presente declaración y el mal manejo por parte del Estado sobre el conflicto mapuche, el relator especial de los Derechos de los Pueblos Indígenas Rodolfo Stavenhagen se refiere a la reivindicación mapuche como una lucha con justa razón, la cual se ha judicializado (se da una acción jurídica, social, política y del Estado), lo que facilita la utilización de tierra por parte de sectores empresariales para el uso de forestales, hidroeléctricas, minas, etcétera, pero para tales efectos es necesario considerar el Convenio 169 de la OIT, el que apela a la “consulta previa, libre e informada a los pueblos indígenas, a las comunidades que pudieran verse afectadas, antes de poner esquemas de tipo económico” [11] Por lo que podemos notar, no se ha avanzado en cuanto a este conflicto. Los problemas son los mismos, las soluciones también, a veces se trata de mejorar la propuesta del gobierno para un posible fin y solución del problema, sin embargo hace falta gente que realmente esté enterada del asunto, que pueda profundizar en el hecho, que de verdad se tome en cuenta la posición y lo que esperan los mapuches, porque los perjudicados son ellos. Hasta el momento el Estado ha sido una institución impositiva que no ha considerado la opinión de los indígenas, que solo interviene desde su perspectiva y no se detiene a pensar en las consecuencias que puede traer esto. El que ambas partes se reúnan a resolver una situación determinada es la mejor forma para avanzar en temas que pudiesen ser complejos, el respeto a la opinión, los valores, la cultura, en fin, todo lo que nos hace distintos es el camino para avanzar juntos, viendo al horizonte y sentirnos orgullosos por lo que hemos logrado gracias a la ayuda y la cooperación del que nos acompaña en nuestro andar.

Así como se han legislado diversas normativas a lo largo de la historia para resolver de una u otra manera el conflicto mapuche, de igual forma en el último periodo de gobierno (2008-2010) se pretende impulsar un proyecto para el desarrollo de los indígenas. Este programa plantea el trabajo conjunto de los diversos actores que forman parte de este problema, la idea es fomentar el dialogo y el trabajo en equipo para poder llegar a la solución. Además pretende difundir los derechos de los indígenas para que participen en la gestión de los asuntos de su interés, a nivel nacional y regional, teniendo especial énfasis en el Convenio 169 de la OIT[12]. Hasta entonces, esto es precisamente lo que se necesita para llegar a algún tipo de solución, teniendo en cuenta que los primeros en ser convocados deben ser los indígenas, no puede ser que una vez más otras personas tomen decisiones por ellos. La única forma de construir es través de la participación de las partes involucradas, pues así se encuentra la realidad de la situación y el que quiere ayudar a que esa realidad mejore, cambie o tenga una perspectiva distinta. Con la falta de uno se pierde la posibilidad de poder lograr una solución real, eficiente y beneficiosa para el perjudicado. Por otra parte el querer difundir los derechos de los indígenas, es una excelente forma de darlos a conocer y mostrar a la sociedad que la legislación también los ampara, independiente que estén nacionalizados o no, es una forma de demostrarles o de hacerles entender que de igual forma merecen respeto, ya que son personas y merecen las mismas consideraciones que cualquiera de nosotros. Muchas veces queda la sensación de que seguimos en el siglo XXI ya que hasta hoy pareciera que “1os mapuches se han visto acorralados ideológicamente por la sociedad chilena; toda ella 1os ve como una sociedad de bárbaros”[13]

En lo referido al último punto de este marco puede generar cierta discordancia en que se plantea que “se habrán identificado estrategias de desarrollo integral con consideración de los elementos culturales de los pueblos indígenas y elaborado propuestas y acuerdos sobre normas y modalidades para la implementación de proyectos públicos y privados en tierras y territorios indígenas, que garanticen el goce y ejercicio de sus derechos”.[14] Lo primero es que se tomarán en cuenta aspectos culturales para el desarrollo integral de los mapuches, situación que genera cierta incertidumbre, porque si bien en los puntos anteriores si se consideraba a los indígenas, esta vez se les deja de lado. Es claro que en muchos proyectos van a poder participar en la planificación e implementación de ellos de principio a fin, pero en este caso se hace relevante que ellos sean parte de esto, ya que es una propuesta que tiene como fin el integrar a los indios y de esta forma mejorar su calidad de vida, por lo que su presencia es fundamental, ya que como se ha insistido, solo ellos conocen sus necesidades y por tanto su realidad. Ahora bien, se elaboraran propuestas para la implementación de proyectos públicos y privados en tierras indígenas lo cual los beneficiara en cuanto a goce y derechos. Lo anterior resulta sospechoso, es difícil ver que hayan proyectos públicos y privados que puedan beneficiarlos, pensando en que ellos simplemente quieren sus tierras solo para subsistir de acuerdo a lo que piensan que es lo que mejor les conviene, resulta complejo creer que los araucanos quieran que se construyan hidroeléctricas o planes parecidos, sabiendo que ellos no concuerdan con que usen sus tierras para estos fines. Es en esta situación donde se debe dejar de lado por un momento la visión narcisista de que nosotros tenemos la razón, de que nuestros planes beneficiaran a la gente, que ante lo que propongamos las personas se sentirán felices y se solucionaran sus problemas. Es hora de entender que solo ellos saben lo que necesitan y por tanto es perentorio enfocarnos en lo que en verdad necesitan las personas, no en lo que nosotros creemos que requieren, por eso hay tanta disconformidad, porque no se considera a la gente. Ellos tienen la facultad para decidir lo que mejor les ayuda en la superación de sus dificultades, es por esto que nuestra labor se basa en el hecho de construir junto a las personas sus sueños, entregarles las armas, darle señales y dejarlos que forjen su destino.



[1] Antecedente del documental “Territorio de fronteras” de Guido Brevis.


[1] Antecedente del documental “Territorio de fronteras” de Guido Brevis.

[2] Presente en la opción b del Artículo 8 de la “Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, proclamada en el año 2007

[3] Antecedente del documental “Territorio de fronteras” de Guido Brevis.

[4] Artículo 27 de la “Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, proclamada en el año 2007

[5] Antecedente del documental “Territorio de fronteras” de Guido Brevis.

[6] Antecedente Centro de ética. Investigación y difusión sobre temas éticos en Chile, de la página de la Universidad Alberto Hurtado. (2002)

[7] Presente en la opción 1 del artículo 20 de la “Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, proclamada en el año 2007

[8] Antecedente Centro de ética. Investigación y difusión sobre temas éticos en Chile, de la página de la Universidad Alberto Hurtado. (2002)

[9] Artículo 10 de la “Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, proclamada en el año 2007

[10] Presente en la opción 2 del artículo 13 de la “Declaración Universal de los Derechos de los Pueblos Indígenas, proclamada en el año 2007

[11] Antecedente del documental “Territorio de fronteras” de Guido Brevis.

[12] Marco de Acuerdo para el apoyo a las políticas indígenas Gobierno de Chile -Sistema de las Naciones Unidas en Chile 2008-2010

[13] José Bengoa, historia del pueblo mapuche. Ediciones sur, colección estudios históricos, santiago, Chile. Agosto 1985

[14] Marco de Acuerdo para el apoyo a las políticas indígenas Gobierno de Chile -Sistema de las Naciones Unidas en Chile 2008-2010

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