sábado, 30 de julio de 2011

La democracia enferma de Chile (El Quinto Poder)

Decir que el problema de nuestra democracia se encuentra en las coaliciones gobernante y opositora se nos queda muy corto. La enferma democracia chilena radica en elementos muchos más profundos, de toda la sociedad, y la superación de esos problemas requiere una mirada de largo plazo, cambios profundos en la estructura política del país y la colaboración de toda la ciudadanía.
Nuestra sociedad ha cultivado el individualismo, el clasismo, la xenofobia. Ha creado para sí misma una imagen de sociedad exitosa y moderna, que al mismo tiempo es un país desigual y muy por debajo de las garantías y derechos de las personas. Podemos observar la efervescencia de las movilizaciones pero poco podemos conocer del compromiso de las y los ciudadanos por cambiar nuestros modos de vida. No queremos antenas de celular cerca de nuestras casas, pero no dejamos de hablar por el I-phone o la blackberry.
Somos un país rico en recursos naturales y estamos motivados a protegerlos y manifestarnos. La pregunta es ¿cuántos estamos dispuestos a sacrificar parte de nuestra comodidad por mitigar los efectos que tiene el desarrollo capitalista en el medio natural? El desarrollo sustentable – en Chile y en el mundo – se convierte en un producto más al cual sacar beneficios.
La responsable del estado de enfermedad de la democracia, que se manifiesta en la crisis de legitimidad de las autoridades e instituciones, es precisamente una sociedad que ha crecido enseñando a los ciudadanos a rascarse con sus propias uñas. Falta de garantías mínimas, con una "meritocracia" desde arriba que premia a los de siempre. No es fácil librarnos de una forma de pensar, de una cultura instalada, reforzada por la educación, nuestro sistema electoral, nuestros líderes y las empresas, apreciada como algo sumamente normal por todas y todos nosotros.
La transformación proviene de un cambio social y político profundo, complejo y de largo plazo. El objetivo debe ser profundizar la democracia, acercar el poder a la ciudadanía y crear una sociedad que brinde a todos y a todas las bases fundamentales para su desarrollo, que les entregue las herramientas sin excepción, para que cada uno, conforme a sus motivaciones construya su vida y su felicidad. Debemos trabajar en una sociedad más diversa que equilibre los pilares de igualdad y libertad.
La nueva generación que hoy moviliza y deja huella en la historia de Chile, debe ser la que sea capaz de rehacer un discurso político perdido, soñar y construir una democracia más comunitaria. No buscamos un Estado todopoderoso, pero tampoco un Estado frágil que abandona a los que menos tienen ante los intereses puramente económicos. 
Todas estas cuestiones pueden parecer demasiado abstractas, demasiado utópicas, pero son las ideas (como ya lo decía Berlin) las capaces de mover al mundo. No debemos dejarnos vencer por quienes no quieren pensar, por quienes prefieren quedarse como estamos y avanzar en la medida en que los poderosos lo permiten. Tenemos el derecho de pensar, criticar y construir el mundo en que queremos vivir. Sólo con ese aliento podremos caminar hacia un Chile mejor de como lo encontramos.


domingo, 17 de julio de 2011

La lucha entre el querer y el poder

La vida es una impredecible dimensión donde en ocasiones te encuentras en el lugar preciso y en otras donde cosas inesperadas suceden y mueven tus esquemas a tal punto que terminas actuando como no imaginaste. Muchas veces puedes suponer situaciones y la forma cómo actuar frente a ellas, pero cuando se vuelve real, cosas inimaginables pueden pasar, sobre todo cuando aquella vulnerabilidad oculta obligadamente, se va volviendo manifiesta y todas esas debilidades que deben quedar escondidas salen a flote, es en ese momento donde te vuelves vulnerable y la jugada se vuelve peligrosa, es aquí donde debes decidir jugar y morir o retirarse y asumir una nueva derrota.

En momentos ves la derrota como inminente, llegando a asumirla como segura y donde cualquier esfuerzo que hagas es innecesario ante este destino, por lo cual te cuestionas si vale la pena seguir nadando contra la corriente cuando algo ya está definido y donde no tienes las esperanzas para cambiar aquello, idealizar esto y creer lo contrario puede ser fatal. Por ello cada señal se vuelve fundamental ante los pasos a seguir, pero como se temía estas señales no contribuyen a rebatir lo anterior, por lo cual los cuestionamientos son cada vez peores y más crueles y donde cada hecho se vuelve definitivo, es ahí que dejas de lado lo que quieres y lo reemplazas por lo que puedes hacer, esto reforzado porque del otro lado del horizonte tampoco hay intenciones de construir un nuevo destino.

Quizá esa alma soñadora que cree que todos son iguales a ella, espera señales al mismo nivel y se decepciona al notar que esto no es así y que probablemente hay menos almas que luchan por algo, por más difícil que esto sea. Que si le dan muestras que la lucha será de igual a igual y sacrificando lo mismo está dispuesta a entregar la vida si es necesario, pero no, esto no se concretará jamás, porque es más fácil tomar lo que tienes a la mano y ser feliz con ello, conformándote aunque no sea lo que en su momento esperaste. Ahora solo queda volver a empezar, y ante la imposibilidad de emprender un largo viaje, recurrir a esa coraza que tantas veces ha salvado la integridad de aquella alma soñadora que como nunca tuvo toda la intención de luchar y de entregar, pero cuando se llega a un punto en donde se da más que lo que se recibe tienes dos opciones, jugar una última carta que puede ser fatal o iniciar de nuevo esa historia que se conoce de memoria y que ya genera pereza volver a escribir, aunque esta vez será distinto porque “no se puede dejar de querer de un día para otro” y porque a pesar de lo que pudiesen decir muchos “si creo en imposibles”, pero ya no depende de esa alma soñadora, esa alma si bien no es la más cariñosa, no es la más “jugada”, no es muchas cosas, si es sincera y si quiere de verdad y todo lo que entrega es real, pero bueh, el tiempo se acaba y el final se aproxima, y cuando eso ocurra ojala el arrepentimiento no cobre su tajada.