La vida es una impredecible dimensión donde en ocasiones te encuentras en el lugar preciso y en otras donde cosas inesperadas suceden y mueven tus esquemas a tal punto que terminas actuando como no imaginaste. Muchas veces puedes suponer situaciones y la forma cómo actuar frente a ellas, pero cuando se vuelve real, cosas inimaginables pueden pasar, sobre todo cuando aquella vulnerabilidad oculta obligadamente, se va volviendo manifiesta y todas esas debilidades que deben quedar escondidas salen a flote, es en ese momento donde te vuelves vulnerable y la jugada se vuelve peligrosa, es aquí donde debes decidir jugar y morir o retirarse y asumir una nueva derrota.
En momentos ves la derrota como inminente, llegando a asumirla como segura y donde cualquier esfuerzo que hagas es innecesario ante este destino, por lo cual te cuestionas si vale la pena seguir nadando contra la corriente cuando algo ya está definido y donde no tienes las esperanzas para cambiar aquello, idealizar esto y creer lo contrario puede ser fatal. Por ello cada señal se vuelve fundamental ante los pasos a seguir, pero como se temía estas señales no contribuyen a rebatir lo anterior, por lo cual los cuestionamientos son cada vez peores y más crueles y donde cada hecho se vuelve definitivo, es ahí que dejas de lado lo que quieres y lo reemplazas por lo que puedes hacer, esto reforzado porque del otro lado del horizonte tampoco hay intenciones de construir un nuevo destino.
Quizá esa alma soñadora que cree que todos son iguales a ella, espera señales al mismo nivel y se decepciona al notar que esto no es así y que probablemente hay menos almas que luchan por algo, por más difícil que esto sea. Que si le dan muestras que la lucha será de igual a igual y sacrificando lo mismo está dispuesta a entregar la vida si es necesario, pero no, esto no se concretará jamás, porque es más fácil tomar lo que tienes a la mano y ser feliz con ello, conformándote aunque no sea lo que en su momento esperaste. Ahora solo queda volver a empezar, y ante la imposibilidad de emprender un largo viaje, recurrir a esa coraza que tantas veces ha salvado la integridad de aquella alma soñadora que como nunca tuvo toda la intención de luchar y de entregar, pero cuando se llega a un punto en donde se da más que lo que se recibe tienes dos opciones, jugar una última carta que puede ser fatal o iniciar de nuevo esa historia que se conoce de memoria y que ya genera pereza volver a escribir, aunque esta vez será distinto porque “no se puede dejar de querer de un día para otro” y porque a pesar de lo que pudiesen decir muchos “si creo en imposibles”, pero ya no depende de esa alma soñadora, esa alma si bien no es la más cariñosa, no es la más “jugada”, no es muchas cosas, si es sincera y si quiere de verdad y todo lo que entrega es real, pero bueh, el tiempo se acaba y el final se aproxima, y cuando eso ocurra ojala el arrepentimiento no cobre su tajada.
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