Los inicios del Trabajo Social manifestaban esa simpleza de un quehacer incipiente, donde el Servicio Social y posterior Asistencia Social dejaban entrever una realidad compleja, donde las buenas intenciones no serían suficientes para abordarla, por ello el aporte de Mary Richmond en la teorización y sistematización del Trabajo Social, a partir de la formalización de los contenidos técnicos e ideológicos fueron el inicio para dar seriedad y dinamismo a la labor.
Por otro lado, el Trabajo Social es visto desde dos posiciones claramente marcadas, la primera que tiene relación con una profesión más activa, transformadora y que busca grandes cambios, y otra visión de tipo asistencialista donde el paternalismo es un elemento esencial, allí no se apela a la superación de las personas sino que a satisfacer necesidades inmediatas sin una proyección a futuro. Caer en estos dos extremos puede llevar al dilema entre lo que se quiere hacer como profesional y lo que en realidad se puede realizar o bien al conformismo absoluto, y por ende a la monotonía y falta de innovación en la profesión. Asimismo, es preciso señalar que dentro de la misma, hay múltiples áreas que pueden ser trabajadas sin necesariamente caer en estos extremos, sino más bien darles el equilibrio necesario para poder desarrollarlas de forma efectiva. Es en base a lo mencionado que la Pericia Social aparece como una alternativa a trabajar, a pesar de lo desconocida que pueda resultar, por ser un ámbito no muy abordado por la academia, lo cual es un problema para los futuros trabajadores sociales, porque carecen en ocasiones de las competencias mínimas para desempeñar dicha labor.
La Pericia Social en cuanto a su desarrollo, aporte y valoración en el campo laboral, ha sido condicionada por el contexto y reformas políticas que se han hecho a lo largo de nuestra vida republicana, esto debido a que los requerimientos y requisitos en la labor del profesional son distintos según el avance de las reformas en lo que refiere a justicia. “El cambio del sistema procesal a un modelo de justicia oral implicó el fin de un enfoque vertical, secretista y en el que la víctima no cuenta con un protagonismo procesal, ya que el Estado es quien actúa en su representación y su reemplazo por otra mirada transparente con plazos acotados, que reconoce a la víctima como sujeto protagónico de la función reparadora, con garantía para los derechos ciudadanos y con procedimientos que en algunos casos, como en la mediación familiar, se fundamentan en la capacidad de las personas para decidir sobre sus propios asuntos” (Ruz, 2010. p. 1). Es así como la consideración de la labor del Perito Social tuvo un cambio importante, pues antes de esta modificación el profesional tenía como principal instrumento de trabajo el Informe Social, herramienta que le permitía recopilar y sintetizar información que pretendía abordar el enfoque de necesidades, es decir, centrarse en la entrega de datos al juez en base a una necesidad que requería una respuesta y que dicho documento podía entregar, es de este modo como “la Asistente Social era experta en asuntos de marginalidad, pobreza y desamparo, menores y delincuencia, en definitiva en evaluar el “riesgo social” (Henríquez, 2008. p. 2), es en ese entonces como el énfasis se ponía en la entrega de datos concretos sin una impronta necesariamente integradora, ya que no se apuntaba a considerar a la persona en cuanto a sus conflictos, anhelos y al contexto en el que se desenvolvía, simplemente el interés iba en recoger antecedentes que pudiesen explicar la falta o carencia de recursos, por ello el valor que adquiere el nuevo paradigma resulta elemental para humanizar lo hecho hasta ahora, pues no se trata únicamente de la visión del profesional, sino además de cómo se va construyendo con las personas a partir del lenguaje y sus significados (hermenéutica), por lo mismo resulta tan determinante el juicio oral, ya que es a partir de esto como el Perito Social se desafía en cuanto a la interpretación de las declaraciones y como él es capaz de manifestar aquello a los profesionales participantes. En este proceso dialogante “lo que interesa es ampliar las posibilidades de explicación de los fenómenos humanos y sociales, donde necesariamente el profesional perito está incluido como observador interesado y co-explicador de la vida de las personas y sus dinámicas sociales” (Cisternas, 2009. p. 3), teniendo como principio fundamental los derechos humanos, que si bien en variadas ocasiones no se respetan, el desafío está en que ello ocurra o bien se avance hacia allá, por eso se debe empezar por “el acceso de todo ser humano, sin discriminaciones a la posibilidad de ser tomado en cuenta y de tomar parte activa de sus procesos de construcción” (Cisternas, 2009. p. 3), pues si se apela al paso de un enfoque de necesidades a uno de derechos, lo que debe primar es el respeto y consideración que se debe tener hacia la persona con la que se está trabajando. Por lo mismo y gracias a los avances logrados, la labor del Perito Social no sería únicamente emanar un Informe Social donde se manifiesta una carencia como se hacía antaño, sino que dicha evacuación tendría relación con aspectos de tipo familiar, económico y las posiciones de las personas frente a los hechos denunciados, lo cual permitiría “a la autoridad judicial comprender la ocurrencia de ellos y los lineamientos que deben ser considerados en la sentencia judicial” (Cisternas, Rojas, 2008. p. 3).
La formación del Perito Social debe realizarse en tres niveles: académico, de destrezas intelectuales y a nivel profesional (Cisternas, Rojas, 2008), hecho que lleva a cuestionar la preparación que buscan los programas académicos, pues en base a ello es que quienes quieran desempeñarse en este ámbito están en desventaja con respecto a otras áreas del Trabajo Social, entendiendo que antes el paradigma era otro y era necesario dar énfasis al Informe Social a partir de formatos tipo que respondían el enfoque de necesidades del juez de menores (Henríquez, 2008), pero eso ha cambiado, y el llamado es a que los futuros profesionales apliquen esta visión holística en la Pericia Social, pues solo con integralidad, la labor irá encaminada a que la justicia se haga con las personas y para las personas.
Bibliografía
Cisternas, Iván (2009): “Las tensiones epistemológicas en la acción pericial: Una comprensión desde lo intercultural”. Revista Virtual del Colegio de Trabajadores Sociales, Regional Santiago. Chile.
Cisternas, Iván, Rojas, Paola (2008): “El Trabajo Social en el contexto de la Reforma Judicial en Chile”. Revista Virtual del Colegio de Trabajadores Sociales, Regional Santiago. Chile.
Cisternas, Iván, Rojas, Paola (2008): “La necesidad de formación del Perito Social Forense”. Revista Virtual del Colegio de Trabajadores Sociales, Regional Santiago. Chile.
Henríquez, Sergio (2008): “El peritaje social con enfoque de derechos, nuevos paradigmas a partir de las reformas judiciales”. Puentes consultores. Chile.
Ruz, Omar (2010) “Trabajo Social y Reforma de la Justicia de Familia”. Revista Virtual del Colegio de Trabajadores Sociales, Regional Santiago. Chile.