En primer lugar, es lo que muchos quisiéramos, pero no resulta fácil, sobre todo cuando se vive en sociedad, con individuos que tienen visiones muy distintas en general, cosa que para Hannah Arendt resulta beneficioso, ya que según ella, la pluralidad es la ley de la tierra y la condición de la política, al mismo tiempo es el medio que permite la subsistencia de la sociedad, sabiendo que “el hombre no puede vivir al margen de la compañía de sus semejantes”[1]. Pero, “la diversidad social no logra ser asumida como pluralidad, sino que es vivida como una desintegración cada vez más insoportable. De ahí surge el recelo a lo diferente, la sospecha y aún el odio al otro. Perdida la certidumbre que ofrecen los referentes colectivos, la diferenciación social solo puede ser percibida como amenaza a la propia identidad. Esta pareciera poder ser afirmada únicamente por la negación del otro”[2]. Por lo que la poca tolerancia muchas veces se impone al derecho de libre expresión. Según la traducción de santo Tomás: homo est naturaliter politicus, id est, sociali (“el hombre es político por naturaleza, esto es, social”)[3] , éste debe acatar la legalidad establecida a través del Estado de Derecho; como garante de la estabilidad social, económica y política. El Estado como organismo gubernamental no solo ejerce poder utilizando la “violencia legitima”, como afirma Weber, o viéndolo desde el enfoque de Hobbes, donde se hace necesaria la presencia de un tercero más violento, que inhiba la naturaleza agresiva del hombre, también lo hace regulando la manera de vivir la sexualidad. Muchas veces he cuestionado la razón de por qué el Tribunal Constitucional tuvo que decidir si se distribuía o no la denominada “píldora del día después” en los hospitales… aunque tiene su lógica si lo vemos desde la perspectiva de la dominación de la cual ha sido víctima la mujer a lo largo de la historia, no solo se da una limitación en el ámbito sexual, lo privado (idion), igualmente esto ocurre en la posibilidad de elegir, pues es preciso recordar que la propuesta del gobierno con respecto a la famosa Postinor 2, en la cual se podría acceder a ella, era de manera voluntaria. Una medida de seguro conveniente, en especial para aquellas mujeres con pocos recursos que no tienen $8.000 (precio aproximado del anticonceptivo) para comprarla. ¡Que rabia esta situación! el “salvador” dinero presente una vez más, hasta en las resoluciones más intimas y personales puede meter sus manos corrompiendo y manejando. De a poco el capitalismo se sale con la suya, controlando todo a su paso, teniendo como consecuencia según Touraine que el sujeto es destruido por la modernidad, generando cada vez más individuos, los cuales serán tarde o temprano parte de una sociedad de masas consumista, materialista, individualista que se olvida de la existencia de otro. Por tanto según Sartre la construcción del sujeto se da desde relaciones de facto, desde la existencia terrenal del hombre. Los sujetos se construyen desde cuerpos en el mundo. Por lo que en el plano sexual no debería existir esa moralidad absurda de verla como algo indecoroso y reprochable, actitud presente más que nada en los sectores conservadores, los cuales se jactan de ser defensores del derecho a la vida y de que el único que puede quitarla es Dios. Ante esto surge inmediatamente la interrogante de, si tanto pregonan su apuesta por la vida ¿Por qué no están de acuerdo con la donación de órganos? Para continuar con la discusión, la respuesta de ellos sería que como anteriormente mencionaba, Dios es el único que puede quitarnos la vida, y por tanto si es ese el momento de dejar este mundo, es voluntad de él. En el caso de la religión evangélica o protestante, ellos apelan a que Dios les concedió ese cuerpo y por ende no pueden recibir órganos de otras personas que no les corresponden. A ver, si nos basamos en estos argumentos, podríamos concluir que a alguien con parálisis cerebral no se le puede aplicar la eutanasia, ya que Dios es el único que puede permitir nuestra muerte. Entonces, aquella persona debe sufrir toda su vida una enfermedad que prácticamente la inhabilita sin la posibilidad de recuperación ¿Qué, es preferible eso, a que pueda estar mejor? No se supone que la religión católica nos habla que en el cielo todos son felices, de que hay un paraíso que nos espera si nos portamos bien en la tierra ¿Por qué no permitir que aquel humano pueda disfrutar de esa felicidad? Está claro que solo se piensa en velar por el recato y las “buenas costumbres”, lo que en términos psicoanalíticos significaría que el superyó (la Iglesia Católica, los conservadores, etc.) reprime al ello (las personas que tienen la facultad de decidir, actuar y pensar libremente, ya sea en lo sexual o en otros aspectos), donde el yo debe hacer de mediador entre ambos (el Estado controla y mantiene felices y tranquilos al ello y el superyó a través del Estado de Derecho).
Tomando en cuenta lo anterior, definitivamente es mejor tomar la píldora del día después, que haber participado en el holocausto y la inquisición, con respecto al segundo suceso, se puede apreciar que además de ser un hecho histórico en el cual el genocidio fue el protagonista, no se respetó el derecho de libre expresión, donde cualquier opinión u acción que fuese distinta a la de la Iglesia se castigó, y miren con que tipo de sanción ¡La muerte! Si así lo ameritaba… ¡guau, que ejemplo señores! y a pesar de eso plantean que la Postinor 2 es un atentado a la vida, simplemente un chiste. Por lo que entiendo esta pastillita no es abortiva (en torno a ella no existe una postura específica en el ámbito científico, ya que algunos dicen que si lo es, mientras que otros afirman lo contrario), sino anticonceptiva, o sea, impide la concepción. La fecundación por lo menos tarda 3 días a una semana para que se concrete, por lo que al momento de ingerir dicho fármaco no se estaría matando a nadie (obviamente se tiene que tomar antes que pasen 24 hrs.) Y en el caso de que esta acción se diera (el hacer uso de la píldora) pasado el tiempo estipulado (el cual le da su seudónimo) lo que logra es fortalecer el útero, esto por contener progesterona (hormona que prepara al útero para el desarrollo de un óvulo fecundado), para así poder sostener al bebe, completamente opuesto a lo que piensa la gente. Cuando no se está embarazada las capas del útero se desprenden para permitir la menstruación, las mismas que se fortificaban en el embarazo y a lo que aporta la pastilla. Como se dijo anteriormente no existe un acuerdo frente al asunto (la píldora) por parte de los “expertos” (médicos y científicos). A raíz de esto, puede que la evidencia antes mencionada no sea válida, independiente de que profesionales que se relacionan con el mundo de la biología avalen este argumento, pues la razón en palabras de Touraine, es el arma del ser humano para llegar a la modernidad, y así liberar al sujeto. Sin embargo, ésta se convirtió en un mecanismo de poder y dominación consiguiendo su instrumentalización, por lo que para Weber, el saber se traduce en dominio por parte de los profesionales a través de la especialización. A lo que Foucault calificaría como racionalidad monológica, donde la ciencia es la verdad. El conocimiento científico está por sobre la vida cotidiana, quizás por eso tienen que decidir por nosotras, ya que no tenemos los “conocimientos” necesarios para elegir. Ante esto apelo que la mujer debe ser la indicada para decidir que hacer en estos casos, es ella la que 9 meses, en un caso normal, tiene dentro de sí a un nuevo ser, es aquella la que ve afectado su fisiología al momento de parir y posteriormente al criar al infante, la que soporta las contracciones y la que tiene mayor participación en la educación de los hijos, esto según la visión tradicional que aun existe en cierto sector, y por cierto, la que tiene la “obligación” de procrear (mirada de la iglesia) ¿No son razones suficientes para permitir que nosotras resolvamos que hacer en este asunto? es injustificable que la Contraloría se sume a la resolución tirana del Tribunal Constitucional. Ahora no permiten que el fármaco sea distribuido en los municipios, en cambio perfectamente puede ser comercializado en las farmacias, claramente una medida en desmedro de la gente que menos tiene y un incentivo para que Chile sea un país mas censurador y dictatorial. Los que aprueban este dictamen predican que están a favor de la vida, sin embargo no cuestionan que la pastillita sea comprada por personas con mayores ingresos. Lo que aquí se busca no es velar por la vida del que esta por nacer, sino proteger los derechos de los que tienen el poder adquisitivo para conseguir el “producto”, el libre mercado en su máxima expresión.
Continuando, así como existen discrepancias sobre la patilla del día después, esto ocurre de igual forma con el aborto. Éste es un acto para muchos repudiable, donde la principal reacción es señalar a la madre como una inconciente e incluso asesina, al asegurar que ella está acabando con la vida de un ser que no puede defenderse. Empero nadie se detiene a pensar que es lo que está pasando por la cabeza de aquella persona y la situación que está viviendo. Los factores que influyen para tomar una decisión así son múltiples… ¿Qué pasa si te violaron? ¿Tú familia no te apoya? ¿El “padre” del bebe se fue? ¿Las condiciones económicas no son buenas? ¿Tienes anhelos educacionales y profesionales? ¿Tú salud y la del bebe es crítica? O simplemente no quieres tenerlo. Acaso ¿Es beneficioso que nazca un hijo no deseado? Definitivamente es mejor que no sea parido, a que viva como alguien indeseable, culpable de “arruinar” una vida, del distanciamiento familiar y de pareja, de limitar el futuro de la progenitora, en fin, de una serie de situaciones que causarán efectos perjudiciales en el desarrollo físico y mental de un pequeño que no pidió ser traído al mundo. Lamentablemente la legislación no lo ve así, para ella “el aborto es un acto que debe ser sancionado, considerándolo un problema de salud pública que compete a las mujeres. Las leyes contra el aborto se encuentran en el Código Penal, Artículos 342 A y 245, bajo el título de Crímenes y Delitos contra el Orden Familiar y la Moralidad Pública, siendo una de las más restrictivas del mundo”[4]. En un principio el aborto terapéutico se encontraba fuera de discusión y no formaba parte de está penalización, al ser permitido por el Código de Salud entre 1931 a 1989. En este caso toda mujer que sufriera algún tipo de complicación corroborada por 2 médicos tenía la autorización para abortar. En 1989 la dictadura militar, elimina la excepción del aborto terapéutico. Es así como éste ha pasado a ser ilegal hasta nuestros días. Lo que llama la atención es el interés de los candidatos presidenciales para poner nuevamente el tema en el tapete, una muestra clara de cómo se comportan en época de elecciones y que todo les sirve para ganarse un par de votos. Por ejemplo Eduardo Frei, uno de los referentes de la Democracia Cristiana, con una orientación bastante definida en cuanto a temas valóricos, incluye en su campaña la posibilidad de legalizar el aborto terapéutico o por lo menos considerarlo, situación que evidentemente genera desconfianza por un lado y rechazo por el otro, es difícil no verlo como un modo de conseguir electores. Esta situación no causó mucha gracia en “Acción Familia”, catalogada según sus integrantes como “una iniciativa que busca preservar los principios y tradiciones cristianas de la Familia chilena, inspirándose en las enseñanzas del Magisterio tradicional de la Santa Iglesia Católica, Apostólica, Romana. Tal agrupación asegura que “un católico no puede votar por un candidato abortista”, pues esta posición es opuesta a La Ley Natural (la ley de Dios) y a las enseñanzas del Magisterio de la Iglesia. Indudablemente el poder de esta institución (la Iglesia Católica) en vez de disminuir con la separación Iglesia- Estado promulgada en 1925, permanece igual, e incluso se ha consolidado. Pareciera que no hemos avanzado en lo absoluto, que seguimos entrampados en una época donde “el clero somete a los individuos y evita el análisis, el pensamiento libre que es enemigo de la tradición”[5]. Si efectivamente un católico no puede sufragar por un candidato que “apoye” el aborto, por considerar este acto como inhumano ¿Qué sucede en el caso del abuso de un sacerdote a una menor? ¿También resulta cuestionable el abortar? En esta situación en particular, la iglesia no hace referencia a una salida abortista, lo que si, castiga la acción del infractor, aun así no es resuelto la circunstancia de la victima. Es aquí donde radica el problema. En base a esto, el Código de derecho canónico plantea que: “El clérigo que cometa de otro modo un delito contra el sexto mandamiento del Decálogo, cuando este delito haya sido cometido con violencias o amenazas, o públicamente o con un menor que no haya cumplido dieciséis años de edad, debe ser castigado con penas justas, sin excluir la expulsión del estado clerical cuando el caso lo requiera”[6]. O sea, un pontífice puede violentar a alguien de 17 años sin mayor problema, la edad sobrepasada no agrava la falta. El famoso sexto mandamiento del Decálogo hace referencia a que (…)"La virtud de la castidad forma parte de la virtud cardinal de la templanza, que tiende a impregnar de racionalidad las pasiones y los apetitos de la sensibilidad humana"[7]. Por ende los curitas deben controlarse, ya que nadie los obligó para decidirse a “servir a Dios”. En este tipo de casos todos callan el hecho (el abuso sexual), el cual queda impune, y luego apelando a una moralidad sesgada, sin fundamentos se dice por televisión que el aborto no se debe tolerar por constituir un acto inaceptable, pero en el momento dado no se hace ninguna autocrítica frente a lo sucedido (la agresión).
Pasando a otro punto, así como los dos temas anteriores siempre son parte de la contingencia y generan polémica, la unión homosexual también cumple con estas características. Es inevitable no encontrar desacuerdos al momento de ser abordado. La discusión que se genera al interior de la sociedad chilena con respecto al vínculo y posible, quizás utópico matrimonio homosexual refleja la postura conservadora que aun se mantiene en el siglo XXI. Sería injusto no reconocer el avance que se ha logrado en este tema, lo que no quita el camino largo que es preciso recorrer para ampliar la mirada. Esto posiblemente por el peso que tiene y que ha fortificado la iglesia católica, la cual ha sido la principal detractora. Si se piensa bien es curioso lo que pasa al referirnos a la visión que se posee de los no heterosexuales analizándolo según la génesis del mundo. La biblia dice que Dios creo al hombre y luego a la mujer, y que por tanto las nupcias son entre varones y féminas, por lo que la unión de personas del mismo sexo constituye una aberración de la naturaleza, ante lo cual no puede ser permitida y mucho menos legalizada, pero que si a esto le sumamos que Dios nos creo a su imagen y semejanza, y que ante él todos somos iguales (frase por cierto más que trillada) significa que las personas con preferencias sexuales distintas están incluidas, por lo cual deberían tener los mismos derechos que cualquier mortal. Es incomprensible detectar en que le puede molestar a un tercero el enlace de dos personas con la misma tendencia, acaso le van a quitar su iglesia al sacerdote que respete, porque ni siquiera se les pide que avalen el matrimonio homosexual, es simplemente que sea tolerado el legitimo derecho de elegir con quien te relacionarás afectivamente. Si se hace el intento de explicar este fenómeno se puede comprender según el concepto de “privatización de la pasión”, con el cual Giddens se refiere a que la privatización de la sexualidad está cada vez más ligada a la aparición de una nueva conciencia moral. Según esto, la sexualidad acabó estando cada vez más sujeta a actitudes libidinosas, la cual la condenaba como licenciosa. A lo que Foucault agrega: “la sexualidad quedó concienzudamente relegada y pasó al interior del hogar. La familia conyugal la tomó bajo su custodia y la incorporó a la grave función de de reproducción. El Silencio se convirtió en regla respecto al tema del sexo (…) Tanto en el ámbito social como en el corazón de los hogares se reconoció a la sexualidad un único lugar, que era, sin embargo, utilitario y fértil: el dormitorio de los padres. El resto debía mantenerse en la indefinición: la conducta correcta evitaba el contacto con otros cuerpos y la decencia verbal higienizaba el discurso de las personas” [8]. Si la sexualidad debe ser vista como algo licencioso en las personas heterosexuales, está claro que para los homosexuales el celibato es la única opción posible, si a esto le sumamos que el tema sexual debe quedar relegado al hogar y por tanto al dormitorio, los besos de los jóvenes en la vía pública también deberían ser prohibidos, y eso que se está hablando de personas de distintos sexos. Queda de manifiesto que el asunto no pasa solo en ser restrictivos con los homosexuales, se trata de censurar a todo aquel que no cumple con el recato que se debe tener fuera del hogar, si incluso en la propia casa se evita hablar de sexo. Lo que ya es parte de un grado de retrogradad absoluto. Esto da luces según Foucault de que la ética es el poder más brutal, esto por el disciplinamiento que logra. Es así como cada vez la sexualidad se vuelve un tema menos tocado, a lo que por falta de información se ve incrementado el número de adolescentes embarazadas, lo que se traduce en una posible solución abortista, con lo que continua el circulo vicioso.
El matrimonio entre homosexuales no busca para nada el querer modificar la perspectiva de éste, aunque en teoría si se lleva esto a cabo, sin quererlo lo hace. Aun así, hay algo mucho más profundo tras de ello, es el derecho que tienen los homosexuales de poder elegir si casarse o no, es una cuestión tan simple y básica, lo cual no tiene ningún efecto secundario, no nos atraerán los del mismo sexo si aceptamos que ellos tienen las mismas facultades que nosotros. Es más, un matrimonio de este tipo perfectamente puede hacerse cargo de un niño sin generar ningún trastorno en él, pues no se aprende el que te guste alguien del mismo género, es un hecho biológico. Buenos o malos padres hay en todas las clases sociales, en todos los lugares y tanto en hombres como mujeres, por lo que es plausible el que estas personas puedan adoptar. Los niños crecen con una concepción distinta de familia a lo tradicional, pero se desarrollan con una mirada mucho más amplia de la persona en sí y no de su tendencia sexual, valoran al ser humano, no a lo que representa aquel individuo.
No es ninguna novedad el hecho de que Chile es un país aun muy conservador en lo referido al ámbito sexual, aunque se ha avanzado. Sin embargo se hace necesario el que se aborde más, no solo en el hogar, sino en los colegios y en todos aquellos lugares donde se informe de lo que es, las enfermedades venéreas, el uso de anticonceptivos, las relaciones de poder de hombre sobre mujeres, el aborto, la píldora, lo que significa el embarazo, pero sobre todo de que se trata la homosexualidad, ya que es inaceptable verla como una enfermedad, no es posible que estas personas carezcan de derechos por su condición, ¿Y así se quiere ser una nación desarrollada? Realmente falta mucho, no se trata solo de progresar en lo económico, político y social, pasa por ampliar los horizontes y ver que más allá hay un mundo que se ha dejado de lado y que pide a gritos un poco de comprensión.
[1] Arendt, Hannah. La condición humana. Página 38, editorial Paidós, 1996
[2] Lechner, Norbert. Los patios interiores de la democracia. Página 99. Ediciones FLACSO, 1998
[3] Cita del “Index Rerum”. Usada en Arendt, Hannah. La condición humana. Página 38, editorial Paidós, 1996
[4] Artículo de Forosalud.cl.- Foro Red de Salud y Derechos Sexuales y Reproductivos (Chile)
[5] Bilbao Francisco, Arcos Santiago. Sociedad de la igualdad (sociabilidad chilena 1844). Pág. 33, Acta solemne de la sociedad de la igualdad. (1902)
[6] Extraído de la página web sobre el Opus Dei “Gracias a Dios, ¡nos fuimos! Opus Dei: ¿Un camino a ninguna parte?”
[7] Extraído de la página web sobre el Opus Dei “Gracias a Dios, ¡nos fuimos! Opus Dei: ¿Un camino a ninguna parte?”
[8] Foucault en Anthony Giddens: “Modernidad e identidad del yo”. Página 208. Ed. Península Barcelona, España 1997