El sentido común es una colección de prejuicios adquiridos a los dieciocho años.
jueves, 30 de abril de 2009
Luna de Avellaneda (Juan José Campanella)
Durante siglos el hombre ha tratado de comprenderlo todo, de a poco obtener una resolución lógica a través de la razón, ésta que sería el arma que utilizaría el sujeto para llegar a la modernidad; según lo que nos dice Touraine, pero al ser puesta al servicio del sujeto no se usó de manera correcta, a raíz de esto se instrumentalizó y ese sueño de felicidad que se nos prometió al momento de llegar a la modernidad, no se cumplió. Esa felicidad que se le daba a la pequeña Dalma en el club y que al venderlo le fue arrebatada. A lo mejor la idea de que los sueños se pueden cumplir al estilo Farkas no es tan así, quizás se pueda dar, pero no para el común de las personas, siempre el factor dinero estará presente. ¿Por qué los sueños no pueden cumplirse? ¿Por qué todo se pone en nuestra contra cuando creemos en algo? ¿Por qué el dinero destruye lo que está a su paso? Mejor dicho corrompe lo que encuentra en su camino. ¿En qué momento el ser humano se volvió tan miserable que tuvo que recurrir al dinero para conseguir esa felicidad? ¿Qué se quiere decir con “esa” felicidad? Acaso ¿Existe más de una felicidad? Podría seguir con las preguntas, sin embargo, no va al caso. Resulta incomprensible darnos cuenta en la porquería que nos podemos convertir gracias al “salvador” dinero. ¿Alguna vez no se necesitó del dinero para ser “feliz”? Que sentido cobra ahora ese dicho tan popular “El dinero no compra la felicidad, pero ¨pucha¨ que ayuda”. Sinceramente después de ver el filme, tengo serias dudas con respecto a la veracidad de aquella afirmación. Posiblemente fuimos comprados y no nos hemos dado cuenta. Estamos tan ciegos por la luz del dinero, que no reflexionamos sobre nuestra vida y el mundo en general ¿Realmente la dignidad significa trabajo y ante eso no podemos discutir nada? Acaso nuestras ilusiones, anhelos, esperanzas, deseos ¿No valen nada ante el poder de la “razón” y el dinero? esta interrogante ¿Se da tal cual lo planteo? A lo mejor Hopenhayn en su texto “Ni apocalípticos ni integrados” acierta en su planteamiento (visión de los postmodernos) y los megarelatos se dividieron, al situarse la modernidad y pasaron a ser minirrelatos , a lo que podría sumar el aporte de la razón instrumental, fortalecida por el dinero y la ambición del hombre
Pasando a otro punto, es realmente triste darse cuenta que todo lo que alguna vez pensamos que era de una manera, no lo era realmente. Con esto me refiero al como la vida, las situaciones, e incluso la gente que creías cercana, te da la espalda y hace lo imposible para derrumbar tu sueño. Aquel megarrelato, que para ti puede sonar tan monumental, pero que para otros puede ser tan ínfimo. Causa tanta impotencia ver la actitud de Alejandro frente a lo que pasaba, impresiona el notar como el dinero puede “mover montañas” ¿No se supone que ese poder era solo de la fe? El cambiar a la gente es una de las características del dinero, claramente no lo podemos negar. ¡Está bien! El país estaba en crisis y por tanto afectó al club, aún así no es excusa para no poner un granito de arena en un sueño, una alegría que es compartida por muchos. Por qué no pensar por un momento en la importancia que adquirió el club tanto para los visitantes, los socios y los que participaban de él. El funcionario de la municipalidad apelaba a la “razón” cuando argumentaba que era mejor vender, que mantener una institución que no generaba ninguna ganancia y por tanto no podía proveer de trabajo a los socios, cosa que si haría el casino que construirían en el lugar, supuestamente sin que llegase a desaparecer el club ¡que cosas! ¿No? Es evidente que el tipo no pensaba en el bienestar de los demás, sino en el beneficio que pudiese sacar de todo esto. Debo dejar claro que tal razón a la que me refiero y que por eso puse entre comillas, es la razón instrumental, aquella deformación de la razón original, denominación propia que usaré para hablar de ella, y de la modernidad, que fue puesta en función a la libertad del hombre, empero, fue aplicada para la dominación del mismo.
Es tan grato ver el ambiente que se da al inicio, donde la dicha de uno es compartida por todos, un ambiente de fiesta constante, hasta en los momentos más inoportunos, por ejemplo cuando Román hijo llega al mundo. Da gusto ver como todos se conocen, apoyan y tienen un mismo fin, el reunirse en un lugar para compartir con los demás, a través del baile y la entretención, sin el afán de juzgar al otro. Tan bello e irreal a la vez. Es como una pequeña comunidad que avanza hacia el mismo sentido, cosa extraña en nuestros días, pero que inevitablemente se ve trizada conforme van avanzando los sucesos que a toda costa quieren romper con el megarrelato fundado por Aquiles. Ese que se ve dividido o sepultado por las garras del progreso. ¿Es posible comparar aquello con un movimiento social? A lo mejor puede tener ciertas características ¿Es un punto de reunión? si, pero no es un ente político, sino cultural, recreativo y deportivo, que congrega a un cierto numero de personas, que mantienen un micromundo, donde son felices sin tener directa relación con el mundo exterior, ya que son individuos, que solo eligen a un gobernante y subsisten según las políticas que el gobierno dictamina. Me hice esta pregunta pensando en lo que planteaba Hopenhayn con respecto a la poca credibilidad de los partidos políticos, donde ellos mismos se han ido desprestigiando con su actuar, y la posibilidad de que los movimientos sociales deberían ser considerados para que el manejo de la política no sea solo de un grupo privilegiado, sino que la sociedad civil tenga verdaderamente el poder de participar en las decisiones de su país, lo que implicaría que las personas se decidan y participen verdaderamente de este proceso, porque al entregarle la soberanía popular a un tercero no tiene mayor incidencia en cambios concretos, es como si se le entregara el control de nuestra vida al estado, o en palabras simples, este sistema donde el estado concentra el poder, con la aprobación de las personas, basado en un “consenso virtual” es lo que llamamos Contrato Social, que por cierto, a mi no me preguntaron si estaba o no de acuerdo.
Por otra parte, el ser testigo de la lucha de la comisión por devolverle al club el esplendor que tuvo en la década de los 40, es una muestra de que a pesar de la adversidad debemos ser tenaces y consecuentes con lo que creemos. Es necesario recalcar que la identidad nacional aunque se pretenda mantener en la institución, es difícil de conservar, y lo puedo comprobar en base al tipo de espectáculo que se ofreció en la última quermés, donde primaba el baile peninsular; lugar especifico, ni idea, pero no se mostró nada trasandino. Me hubiese encantado un tango, una milonga, un ambiente parecido al del comienzo de la película. En esa escena se puede identificar con claridad las raíces de aquella nación. Con respecto a la identidad histórica también se puede establecer que ha ido mutando y adquiriendo particularidades de otros lugares o tradiciones, me refiero a la estadía de los españoles e italianos que van llegando a Argentina, que se quedan y forman sus hogares en este lado de la cordillera. Sumado a esto, que junto con las personas,vienen para establecerse igualmente las costumbres de éstas. Además que con el avance progresivo de los medios de comunicación y la globalización, potencian más aún el que diversas culturas dejen de lado sus cualidades e integren las de otros.
Es conmovedor ver como Román padre defiende ese megarrelato hasta el final (El Club Social y Deportivo Luna de Avellaneda), pero termina vencido por las heridas propinadas por Alejandro que encarna el hambre de la modernidad post razón original. A veces que será mejor ¿Continuar con nuestros ideales hasta el final o dejar que la gente alrededor pase necesidades? Una idealista como yo podría decir: ¡Morir por lo que creemos! sin embargo, esto no es tan simple, más cuando el dinero anda por ahí acechando a sus presas y el contexto da pie para que la tentación sea aún mayor. Un ejemplo es la ex esposa del protagonista, que tan abrumada por la crisis debe “robar” al club para poder sobrevivir. La sociedad si se hubiese enterado de tal hecho, la hubiese mandado a la cárcel, lo que para Foucault es uno de los tantos modos de disciplinamiento, pues quien no cumpla con lo que el “contrato social” dicta debe ser castigado. Es decir, portarse “acorde” al modelo de sociedad para evitar esta circunstancia (el encierro). Por tal hecho ¿Ella es una enferma? Personalmente creo que los enfermos somos nosotros, por ser títeres de manera voluntaria ante lo que el sistema estipula. Para seguir con el debate, otra persona respondería según la visión de Durkheim, que esta situación de querer dominar al ciudadano no es para nada responsabilidad de él y que por ende, no es responsables de su sometimiento (dejarnos manejar), más bien son fuerzas externas a él (ciudadano), que aunque se haga lo imposible por ser libres, esto no se da, ya que se imponen de manera coercitiva . Por lo que, queramos o no, estamos encadenados para “servir” al sistema. Quizá para muchos esto suene a justificación, pero si lo analizamos desde la perspectiva de Durkheim es imposible ir en contra de lo que la sociedad entiende como “correcto” porque se castiga o se deja de lado al infractor y esa reinserción o integración que supuestamente se daría al momento en que el “sujeto” salga en “libertad”, no es más que otra patraña más de la modernidad tardía (compuesta por la razón instrumental), otro apelativo que usaré para identificar mejor lo que afirmo, para sedarnos nuevamente y que no reaccionemos ante lo que sucede.
Si nos basamos en Amadeo, es la muestra clara de lo que significa la crisis del sujeto, que prácticamente le da lo mismo lo que pase con su vida y con la de los otros, carece de conciencia, y por tanto es un individuo como tantos, puede que tenga ideas propias, pero al no manifestar interés no genera ningún cambio, ni siquiera en su vida, que es donde las transformaciones deberían ser el origen de todo lo demás (variaciones en su entorno). A lo largo de la historia, en un avance sorprendente personifica el proceso del que nos habla Touraine, cuando un individuo puede volverse sujeto. Esto se manifiesta en él (Amadeo), le cuesta evidentemente, sobre todo porque un “borracho” es un enfermo y no puede recuperarse por sus propios medios, sino que necesita de “especialistas” que puedan reincorporarlo (esta no es mi opinión, recreo la visión que tiene la sociedad del alcohólico) Recapitulando, se da en él, lo que el autor de “Critica a la modernidad” llama subjetivación, donde Cristina es un factor fundamental en la fase de reconocimiento del individuo, y al mismo tiempo el despertar con respecto a la existencia de un “nosotros”. De aquí en adelante Amadeo tiene otra actitud, ve la vida de una manera distinta, tan diferente que en un momento le dio su apoyo a Alejandro para vender el club, por la idea de estabilidad que le generaba el laborar en el nuevo proyecto, decisión que más tarde sería desechada. Lo que me hace suponer que el paso de individuo a sujeto, no tiene relación con el cambiar de una postura a otra extremadamente opuesta, sino con el cuestionar lo que pasa con el mundo (nuestro y en general) y fortalecer de una forma activa nuestra posición.
En otro orden de ideas, durante la película todo giró en torno al club, entonces ¿Qué representa? Es el megarrelato de aquella colectividad, un sueño compartido, un anhelo, una salida momentánea de los problemas, una luz al final del túnel, una pizca de felicidad, que tanta falta hace en la actualidad y que lamentablemente se confunde con el dinero, sin embargo, está tan alejada de él. Cuando aprenderemos que hay cosas mas valiosas que lo material. El hombre no solo sobrevive con lujos, bueno, algunos sí. Acaso no somos concientes que la relación con el otro es fundamental para el desarrollo del ser humano, sobre todo si lo llevamos a lo que es el ser social que pretende ser sujeto o es a lo que podría llegar (no se presenta como objetivo, se da de acuerdo a las circunstancias). Como decía Sartre: “la existencia se explica desde un nosotros”. Aprovechando esta frase, se puede sumar la correlación amor/odio que se genera en la convivencia humana, lo que es comprobable con el vínculo que tenían Román y Alejandro, dos posturas completamente opuestas. El primero personifica la modernidad en sus inicios, teniendo como fundamento una poderosa razón original para la liberación del sujeto y la responsabilidad del megarrelato de los argentinos, pero que tarde o temprano se verá amenazado por la presencia de diversas situaciones que acabarán con la paz y armonía. Por ejemplo, la multa por no presentar durante los últimos 15 años los balances del club a la municipalidad (una institución que ejerce poder en la modernidad tardía), el no pago de las cuotas por muchos de los asociados, el que éstos cada vez fuesen disminuyendo, etcétera. tales hechos trayendo como consecuencia la división de los socios y por tanto la aprobación de la venta del club y la partida del alma de éste (Román), después de la muerte de Aquiles ¡claro!, era cosa de tiempo. La modernidad tardía finalmente triunfó, caracterizada por Alejandro, que se valió de la razón instrumental y de métodos dialógicas para envolver a la gente, porque dignidad no denota trabajo, el real significado de esta palabra es: excelencia, realce, decoro al comportarse y honorabilidad en un cargo de renombre, esto no lo digo yo, lo dice la RAE (Real Academia de la Lengua Española), por ende el que inmediatamente se identifique la dignidad con el trabajo es una asociación cultural, completamente apartada de la verdad. Lo que si, el trabajo es una de las formas en que el hombre se dignifica, pero no la única. Creo que se afirma esto para dar una respuesta a que robar es indigno en cambio trabajar no, es decir, otra forma de sometimiento, en este caso ideológico.
Así como Román simboliza la modernidad en sus inicios o mejor dicho el paso antes de acceder a ella, donde primaban los principios de igualdad, libertad, fraternidad y la no reconocida propiedad privada, y así poder alcanzar o lograr la felicidad, para la liberación del sujeto por el conducto de la razón original. Alejandro representa el polo opuesto, el del libre mercado, la dominación, el sometimiento, el uso de la fuerza, la represión, aquel que pesa por sobre nosotros, que se ve reflejado en las instituciones (estado, familia, sociedad, la iglesia, etcétera). Controlándonos, manejándonos y que no nos permite liberarnos, lo que lleva a la soledad de las personas, a través de la individualización, el consumismo y la desintegración de las relaciones sociales, de igual modo a lo que sucedió con el club. El puñal de la ambición y la razón instrumental logró destruir la palabra, compuesta de la razón original, provocando con esto la división de la sociedad.
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